Encontrando mi Voz en la Encrucijada de la Identidad
Durante muchos años, he vivido pensando que estaba sola en cómo me sentía y las cosas que experimentaba.
Mirara a donde mirara, no veía a otros como yo, de modo que intenté convertirme en alguien que no era—sin llegar nunca a comprender realmente quién era yo en realidad.
Con el tiempo, los obstáculos se volvieron cada vez más difíciles de sortear, hasta que mi vida entera colapsó. Tuve un aborto, me convertí en madre soltera, descubrí que tanto mi hija como yo éramos neurodivergentes, y luego fui degradada de mi cargo de ejecutiva en el trabajo. Todo esto sucedió mientras aún intentaba llevar puesta una máscara que me ayudara a “encajar”.
Caí en un pozo muy oscuro. Y supe que salir de allí dependía de mí. Por primera vez en mi vida, me detuve para llegar a conocerme a mí misma—mi identidad, mis valores y lo que realmente quería de la vida.
Ese viaje de autodescubrimiento resultó ser más empoderador y fascinante de lo que jamás habría podido imaginar. Y a partir de ese proceso, encontré un nuevo propósito: crear conciencia y espacios para otras personas en sus propios trayectos de autodescrubimiento.
Cuando Una Sola Identidad No Basta para Contar Tu Historia
Empecé a entender algo llamado interseccionalidad—la idea de que distintas partes de nuestra identidad se superponen e interactúan de maneras que generan desafíos y barreras únicas. Ser mujer, madre y neurodivergente no solo se sumaba—multiplicaba la presión a la que estaba sometida.
Sí, lo sentí en el liderazgo. Como mujer neurodivergente de mediana edad y madre soltera en un alto cargo, los demás me hacían sentir constantemente que ese no era mi sitio. Mi estilo de comunicación, cómo organizaba mis ideas o ejercía liderazgo eran diferentes—y muchas veces “diferente” es etiquetado como “incorrecto”. Me juzgaban con más dureza, ponían en duda mis decisiones, y tenía que andar con pies de plomo para no provocar una reacción defensiva en los demás.
Pero también sentí el peso de la interseccionalidad en otros ámbitos:
🔹 En el mercado laboral, donde casi todas las oportunidades parecen diseñadas para gente con menos responsabilidades. Muchos anuncios de empleo presuponen un candidato “por defecto”: disponible a tiempo completo, dispuesto a viajar, flexible con la ubicación, disponible para días fijos en la oficina. Como madre sin red de apoyo, yo ya estoy en desventaja—y eso antes siquiera de echar mi currículum.
🔹 En las relaciones, donde ya es difícil ser mujer en una cultura patriarcal—y si además eres neurodivergente, es aún más complejo. Mi alta empatía (común entre personas neurodivergentes) me hacía más vulnerable a la manipulación emocional. No siempre detectaba las señales de alerta. Hoy entiendo cómo las expectativas de género y la neurodivergencia aumentaron mi riesgo de ser blanco de parejas narcisistas.
🔹 En el sistema legal, donde el sesgo aún está profundamente arraigado. Las mujeres, personas inmigrantes o con problemas de salud mental suelen ser desacreditadas, ignoradas o tratadas con sospecha. Y seamos sinceros—si estás accediendo al sistema legal porque alguien te ha hecho daño, es muy probable que tu salud mental haya resultado afectada. Sin embargo, esa vulnerabilidad suele usarse en tu contra, en lugar de ser reconocida como parte del daño sufrido.
🔹 En el sistema de salud, donde la neurodivergencia en niñas y mujeres a menudo no se diagnostica porque la investigación sigue basándose principalmente en presentaciones masculinas. Donde muchas mujeres son mal diagnosticadas con trastornos de salud mental en lugar de ser correctamente identificadas como neurodivergentes —y donde, más adelante, los síntomas de la perimenopausia son ignorados, mal diagnosticados como ansiedad, depresión o incluso neurodivergencia, y con frecuencia medicados innecesariamente. Donde la salud femenina está insuficientemente investigada, y somos nosotras quienes terminamos educando a nuestros médicos de cabecera en lugar de recibir apoyo de ellos. Y donde el impacto de la perimenopausia en mujeres neurodivergentes —o con condiciones de salud mental previas— sigue siendo poco comprendido y profundamente ignorado.
🔹 En el entorno laboral, donde las mujeres no solo enfrentan dificultades para acceder a ciertos puestos — también suelen ser apartadas en cuanto se convierten en madres o comienzan a transitar la perimenopausia. Hay muy poca comprensión sobre la carga mental, o sobre cómo los cambios hormonales afectan el funcionamiento del cerebro. Muchas mujeres terminan escapando del mercado laboral por la puerta de atrás mucho antes de la jubilación, incapaces de sostenerse dentro de sistemas rígidos que no ofrecen apoyo real. Y cuando se suma la neurodivergencia y/o la salud mental, las barreras se multiplican: mayor riesgo de exclusión, discriminación, acoso, y aún menos oportunidades en espacios que ya de por sí son difíciles de acceder para las mujeres. Todo esto, sin contar con referentes a quienes mirar — especialmente si eres una mujer neurodivergente.
Cada uno de estos ejemplos muestra que las barreras que enfrentamos no existen de forma aislada. Y cuando nos obligan a abordar cada problema por separado, nos sentimos fragmentados, sin apoyo y sin voz.
Por eso la interseccionalidad importa. Y necesita pasar de la teoría a la práctica.
Nunca Hemos Estado Sol@s
Cuando empecé a abrirme, me di cuenta de cuántas otras personas estaban navegando también desafíos complejos y muchas veces invisibles—la mayoría en silencio.
He escuchado historias de mujeres luchando por sobrevivir en culturas laborales excluyentes, de personas neurodivergentes constantemente incomprendidas y excluidas, y de personas viviendo con problemas de salud mental mientras intentan “seguir adelante”.
Estas conversaciones me recordaron que el dolor de sentirse sola es real—pero la verdad es que no lo estamos. Lo que pasa es que no siempre hemos tenido un espacio en el que conectar.
De hecho, cuando busqué apoyo, choqué contra un muro, seguramente igual que muchas otras personas que no encajan en una sola categoría.
Los grupos de apoyo para mujeres no abordaban la neurodivergencia. Las organizaciones de neurodiversidad no abordaban el género. Me decían amablemente que “hablara con otra persona”—como si pudiera dividirme en dos. Pero no podía. Mis desafíos no eran solo por ser mujer o por ser neurodivergente. Eran por ser una madre neurodivergente sin red de apoyo.
Las mujeres neurotípicas no enfrentaban el mismo rechazo que yo. Y los hombres neurodivergentes, tampoco. Yo cargaba con el peso de múltiples capas de identidad—y no había un espacio que entendiera cómo esas capas se combinaban.
Así que decidí crearlo.
Las Cuatro Libertades que Tod@s Merecemos
Aunque la profesora Laura Morgan Roberts compartió este marco en el contexto laboral, yo diría que estas cuatro libertades pueden aplicarse a todos los aspectos de nuestras vidas—no solo al trabajo.
Ya sea en el trabajo, la familia, los espacios sociales o en la atención médica, todos merecemos la libertad de ser vistos, de crecer, de poder dar un paso atrás y de cometer errores sin miedo a ser juzgados más duramente por ser quienes somos.
En su artículo en Harvard Business Review describe cuatro libertades esenciales que las personas necesitan para poder prosperar:
🟠 Libertad para Ser
Poder mostrarte tal y como eres, de forma auténtica, y sentir que eres suficiente.
Esto suele darse por sentado en personas de grupos dominantes, mientras que los grupos marginados se veen obligados a enmascarar, reprimir o adaptarse—a costa de su salud, confianza y sentido de identidad.
🟡 Libertad para Crecer
Poder crecer y mejorar tu vida según tus propios términos.
Pero la discriminación basada en la identidad y las barreras sistémicas dificultan el acceso a estas oportunidades para muchas personas.
🔵 Libertad para Desaparecer
Poder dar un paso atrás sin ser olvidado, ignorado o penalizado.
Las personas marginadas a menudo enfrentan hiper-visibilidad—están siempre bajo escrutinio—y aún así sus contribuciones siguen sin valorarse adecuadamente.
🔴 Libertad para Equivocarse
Esta es la más crucial de todas.
Sin ella, las otras libertades se desmoronan. Cuando sabemos que podemos equivocarnos y recuperarnos, ganamos confianza para mostrarnos plenamente. Pero aquellos que pertenecen a grupos dominantes se les dan más segundas oportunidades que a los demás, mientras que las personas marginadas enfrentan consecuencias más duras—especialmente si sus errores refuerzan estereotipos dañinos.
Si eres una mujer neurodivergente—o alguien con identidades entrelazadas—tal vez estés leyendo esto y asintiendo con la cabeza. Tal vez te hayas sentido igual. Tal vez nunca hayas tenido estas libertades.
Estas libertades no son un lujo. Son fundamentales para la equidad, la dignidad y el sentido de pertenencia. Y sin embargo, para muchos de nosotros que vivimos en la intersección de múltiples identidades, no son un derecho dado—hay que pelear para ganarlas.
Fortaleza en Capas
Durante mucho tiempo me han hecho creer que no tenía fortalezas.
Y yo les creí—al menos en parte—porque yo no hacía más que esforzarme en ser aquella persona que los demás esperaban que fuese.
Pero cuando finalmente empecé a encontrarme a mí misma, descubrí que mis fortalezas siempre habían estado ahí—no a pesar de mis identidades entrelazadas, sino gracias a ellas.
La interseccionalidad no es solo una carga. No trata solo de discriminaciones acumuladas o luchas superpuestas.
También es una fuente de sabiduría, poder, creatividad y conexión.
La interacción entre mi neurodivergencia, género, cultura, experiencias vividas y maternidad ha forjado las siguientes fortalezas que ahora he aprendido a reconocer y valorar:
✨ Una resiliencia que me ayuda a ponerme en pie una y otra vez
✨ Una empatía profunda que me permite comprender la parte más profunda de las personas
✨ Una alta intuición que utilizo para leer personas y ambientes
✨ Gran creatividad para construir proyectos complejos de la nada
✨ Perspectiva amplia tras haber interactuado con multitud de culturas
✨ Capacidad para liderar con estrategia, conciencia y compasión
✨ Intensidad emocional que me permite amar profundamente
✨ Calma en situaciones críticas, incluso cuando los demás están en estado de pánico
✨ Curiosidad y continuo aprendizaje
✨ Sentido de propósito, incluso en el dolor
✨ Capacidad de conexión que va más allá de lo superficial
Estas no son simplemente las cualidades que poseo.
Son el resultado de mis identidades interseccionales—y la recompensa de haberlas aceptado por completo.
Sé que mi interseccionalidad es clave para poder alcanzar todo mi potencial.
Por eso es necesario crear espacios—para mí y para otras personas—donde no tengamos que enmascararnos.
Porque cuando nos enmascaramos, no estamos ocultando nuestros defectos.
Estamos ocultando lo que nos hace ser diferentes.
Y esas diferencias son exactamente lo que nos hace grandes.
El Apoyo que Necesitaba No Existía, Así que Decidí Costruirlo
Decidí crear El Hub Interseccional en respuesta a mi necesidad de tener un espacio donde todas mis partes pudieran existir—sin tener que elegir qué versión de mí era la aceptable ese día. Un espacio que no solo “celebrara la diversidad” en teoría, sino que entendiera cómo las capas de identidad generan desafíos invisibles que la mayoría no ve.
También estoy encantada de presentar el podcast Voces Intersectadas (Intersecting Voices), donde dialogo con personas de todos los ámbitos para explorar cómo la interseccionalidad da forma a sus experiencias. Cada episodio abre nuevas perspectivas—y este blog será un espacio para profundizar en esos temas.
Construyamos Este Espacio Junt@s
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Junt@s podemos hacer crecer El Hub Interseccional hasta convertirlo en ese espacio inclusivo y de apoyo que siempre quisimos tener. Uno donde cada parte de tu identidad sea vista, comprendida y valorada.
Y no lo olvides: el podcast Voces Intersectadas se estrena la semana que viene con Bobby Rubio, director del cortometraje FLOAT, en el que hablaremos sobre la crianza de hijos e hijas neurodivergentes y la representación cultural en el cine—asegúrate de seguirnos o suscribirte donde sea que escuches tus podcasts.
Este también es tu espacio, y no puedo esperar a escuchar tu voz en él.




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